Cuando uno visita Granada, junto al lago de Nicaragua, a
menudo ni siquiera repara en la montaña azulada, al sur de la ciudad, que
regularmente se encuentra cubierta de nubes.
Pero esa montaña en realidad es un volcán, aún activo,
cubierto de bosques espesos, que esconden un secreto de siglos. Cuando los
españoles conquistaron el poblado indígena de Jalteva y fundaron la ciudad, el
volcán tenía una bella laguna en el interior de su cráter, similar a otras
lagunas volcánicas, como la del Cosigüina.
Lo que no sabían los pobladores de la ciudad, era que el
volcán que estaba a sus espaldas era en realidad una bomba de tiempo: las
paredes del cráter, que contenían la laguna, estaban debilitadas y era sólo cuestión
de tiempo su derrumbe.
Unos años antes de 1586, según nos cuenta el cronista
español, Antonio de Cibdad Real, después de una serie de temblores, la pared
cedió, provocando un alud de lodo que sepultó un poblado indígena, de un poco
más de 400 indios. Si el cráter se hubiera reventado hacia el lado norte, hacia
Granada, seguramente habría sido una historia muy diferente, más terrible aún,
porque el suceso ocurrió de noche. más información en Turismo rural Nicaragua