Ángel de la Guarda querido Ángel de la Guarda, por la
misericordia de Dios me has sido dado para que seas fiel compañero de mi
destierro en este mundo. Te honro y amo como amigo devoto a quien Dios ha
encomendado el cuidado de mi alma inmortal. Te doy gracias de todo corazón por
tu amor y constante cuidado de mí.
Perdóname querido ángel por haber menospreciado con tanta
frecuencia tus consejos y no haber hecho caso de tus consejos y no haber hecho
de tus inspiraciones. Procuraré en lo futuro obedecerte con decisión y
fidelidad. Tú sabes lo que vale mi alma a los ojos de Dios. No me permitas
olvidar que fue redimida por la preciosa Sangre de nuestro Señor Jesucristo.
Que ninguna mancha de pecado desfigure la belleza de mi alma, ningún mal
pensamiento o acción me prive de la dignidad de hijo de Dios.
No permitas que sirva de escándalo, ni sea ocasión de pecado
para otros destruyendo así la obra que Cristo ha realizado en sus almas con su
dolorosísima Pasión y Muerte.
Querido Ángel Guardián, haz que yo disfrute de tu protección
en este peligroso comino de la vida hasta alcanzar mi eterno hogar en el Cielo
donde, en unión contigo y los demás Ángeles y Santos, alabe para siempre la
misericordia que Dios tiene conmigo.
Amén.